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No voy a hacer un análisis histórico de la evolución de la conciencia humana, esto está fuera de mi alcance y, de todos modos, lo que me interesa es el presente.

 

Soy padre de una niña de nueve años. Un ser humano joven al que estoy preparando para la vida. No es poca cosa. Al criarla una y otra vez, me enfrento a las limitaciones de mi propia visión del mundo y veo directamente a los ojos cómo me ha afectado mi cultura. Recuerdo que una vez estaba discutiendo con Kala, mi hija, y dije la desafortunada frase: ¡no puedes tener todo lo que quieres en la vida! a lo que ella respondió: ¿por qué no?

 

Ella tiene razón.

 

En estos 9 años, me he encontrado diciendo en voz alta cosas que una vez que las escucho no puedo creer que las estoy diciendo y menos aún reconocer que son parte de mi sistema de creencias, pero lo son.

 

Mi cultura ha dado forma a mi sistema de creencias. En este sistema, cosas como el propósito, la gratitud, la prosperidad genuina, el dejar ir, la alegría de vivir, la autenticidad, la creatividad, la inspiración, la claridad, el enfoque, el equilibrio, la paz, el sentimiento de conexión con los demás, la confianza, el sentimiento de conexión con la naturaleza, la inocencia, el entusiasmo, etc., se etiquetan como «rasgos espirituales»; las características de una «persona espiritual».

 

El problema es que estos “rasgos espirituales” son la esencia de una vida plena. Cuando los llamamos espirituales, en muchos sentidos, lo hacemos en contraposición de una visión del mundo «realista». ¿Ves las consecuencias de esto? Esto significa que creemos que la vida es entonces algo diferente a eso; que “lo realista” es aceptar como normal sentirnos sin inspiración, insatisfechos, fuera de foco, aislados, fuera de balance, desconectados, etc.

 

Hagamos un breve ejercicio, digamos en voz alta: La vida está destinada a ser aburrida, ser una carga, insatisfactoria, solitaria, vacía, difícil (¡y sigue sumando!) ¿Se siente como la verdad? Sabes que no lo es.

Dejemos de llamar espiritual lo que debería ser etiquetado como derechos humanos, acerquemos estos conceptos a casa y creemos nuestra cultura en torno a ellos. Nos transformará a nosotros y a nuestro mundo.

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