Definitivamente podemos decir que estamos viviendo momentos de cambio, pero realmente, ¿cuándo no está presente el cambio en nuestras vidas? A veces somos más capaces de fluir con él, a veces es más desafiante y tratamos de mantenernos aferrados a nuestras expectativas y deseos… así que profundicemos en lo que significa el cambio y cómo podemos lidiar con él con más facilidad.

Cuando observamos el cambio, podemos reconocer diferentes fases, las voy a nombrar y luego las iré explicando más en detalle.
1.- El llamado
2.- Negación
3.- Miedo
4.- Introspección
5.- Apertura

A veces ese “llamado” es drástico y fuerte, podemos recordar ese momento que lo cambió todo. A veces es más sutil, el cambio comienza a permear y no nos damos cuenta, hasta que la situación genera malestar y no es posible mirar hacia otro lado. Este es el momento de tener el valor de afrontar lo que está pasando, sin intentar huir de ello.

Luego viene la fase de poner la responsabilidad afuera. Culpamos, criticamos, juzgamos… sentimos rabia y tristeza, a veces todo al mismo tiempo. El suelo se mueve y no podemos negarlo. Empezamos a notar que nuestras expectativas no se cumplirán pero nos negamos a aceptarlo, resistimos la situación. Este es el momento de darnos tiempo para expresar nuestras emociones y dejarlas fluir a través de nosotros, o como me gusta decir, este es el momento de respirar nuestras emociones.

La tercera fase es el miedo, teníamos nuestros planes y ahora se han ido. La seguridad que nos brinda la planificación se desvanece, por lo que nos enfrentamos a nuestras inseguridades y la falta de confianza en nosotros mismos y en nuestras capacidades comienzan a mostrarse. Este es el momento de meditar y pensar, ¿qué haría si no tuviera miedo?

La cuarta fase es como un desierto, un momento de introspección que puede tener un poco de tristeza o melancolía, pero para este momento ya sabemos que necesitamos adaptarnos. Es un momento para soltar y dejar ir, especialmente las expectativas. Este es el momento de preguntarnos ¿qué puedo soltar y qué límites puedo establecer para sentirme mejor?

Y luego viene la apertura, finalmente podemos asimilar el cambio y los aprendizajes de este proceso. Este puede ser momento emocionante en el que podemos preguntarnos, ¿qué nuevos hábitos puedo incorporar y qué herramientas necesito para tener más recursos para enfrentar lo que estoy enfrentando?

Se necesita coraje y amor para pasar por este proceso, necesitamos herramientas para estar presentes y no quedarnos estancados en alguna de las fases. El coraje es para poder ver lo que está pasando y permanecer cerca de nuestro centro, el amor es para darnos el tiempo que necesitemos para procesar y sentir realmente la amplia gama de emociones que somos capaces de experimentar, sin rechazar las que no nos gustan. Y aunque no necesariamente avanzamos paso a paso a través de estos pasos, sino que subimos y bajamos a medida que experimentamos la vida, tenemos la responsabilidad de darnos tiempo para estar con nosotros mismos, para desapegarnos de nuestros pensamientos y encontrar la calma dentro de nosotros. una y otra vez. Esa es la joya que nos ofrece el yoga, la práctica constante y el desapego, lo aprendemos sobre la esterilla para usarlo luego en nuestra vida diaria. Todas las asanas, los pranayamas y las técnicas de concentración fueron creadas para guiarnos hacia adentro mientras experimentamos la vida, porque el cambio vendrá, pero como dijo Maya Angelou, nada puede atenuar la luz que brilla desde adentro. Tienes esa luz y eres esa luz, cierra los ojos y vuelve allí, a veces puede parecer que está demasiado lejos, pero siempre está tan sólo a una respiración. Experimentar el cambio con amor y coraje es comprender esa verdad.